el cura

 

1. He leído el prólogo y los capítulos I a VIII. Lo que me llamó la atención es el personaje del cura en el capítulo VI. Lathrop menciona en su introducción que parece que el cura sea muy secular, y en el capítulo 6 él conozca a los libros de caballería de Don Quijote verdaderamente bien. A mí me parece interesante que, de verdad, el cura no haya hablado de la literatura religiosa ni haya comparado un personaje de la literatura de caballería con una figura religiosa. También, en el capítulo VII, me parecen raras e interesantes las instrucciones del cura (y el barbero) a la ama y a la sobrina para tratar a Don Quijote. En lugar de cualquiera otra solución, la ama y la sobrina le dicen a Don Quijote que el mago Frestón causó la desaparición del aposento de los libros, aumentando la “fantasía” de Don Quijote; y, últimamente, esta “estrategia” de los amigos para tratar a Don Quijote produjo el efecto opuesto en la segunda salida de Don Quijote.

 

2. En estos capítulos IX a XIV, la “lógica” (por falta de otra palabra) de Don Quijote casi tiene sentido y evoca mi simpatía para él, particularmente en dos puntos que me llaman la atención en los capítulos XIII y XIV. En el capítulo XIII, Don Quijote está diciendo a Vivaldo las razones por las que se necesitan los caballeros y defendiendo su decisión de hacerse un caballero andante. Él compara los esfuerzos de los caballeros con los “religiosos,” y, para Don Quijote, los caballeros son los “brazos” de Dios que defienden la tierra, una “fuerza” para la que los frailes hubieran pedido a Dios:

‘“Tan estrecha bien podía ser…pero tan necesaria en el mundo, no estoy en dos dedos de ponello en duda; porque, si va a decir la verdad, no hace menos el soldado que ‘pone en ejecución lo que su capitán le manda, que el mesmo capitán que se lo ordena. Quiero decir que los religiosos, con toda paz y sosiego, piden al cielo el bien de la tierra. Pero los soldados y caballeros ponemos en ejecución lo que ellos piden, defendiéndola con el valor de nuestros brazos y filos de nuestras espadas…Así, que somos ministros de Dios en la tierra, y brazos por quien se ejecuta en ella Su justicia.”’ (Cervantes 101)

De igual manera, en el capítulo XIV después de la “autodefensa” de Marcela, Don Quijote es el único hombre que reconoce la lógica de Marcela, y la defiende frente a los otros, creyendo que “[e]lla ha mostrado, con claras y suficientes razones, la poca o ninguna culpa que ha tenido en la muerte de Grisóstomo… [E]lla es sola la que con tan honesta intención vive” (Cervantes 115). Hasta este momento, es la única defensa de la capacidad mental e inteligencia de las mujeres en la obra, y es interesante que lo haya hecho el personaje titular, el que consideramos el “loco” en la obra. Para mí, estos puntos son ejemplos de unos momentos de cordura de Don Quijote, evidencia que, aunque él no puede distinguir entre la realidad y la fantasía, sus habilidades de racionalizar y hacer lo bueno todavía están (o, tal vez como dice Bruce Wardropper en su artículo, la obra haya empezado a hacerme loca (Wardropper 148)).

 

3. Lo que me interesa en los capítulos que he leído es la presencia de la violencia. Don Quijote y Sancho sufren a mano de varios personajes en su camino: en la pelea de la venta con el harriero, Maritornes y el ventero, en el campo con los pastores, en el camino con los encamisados y en el camino con los galeotes, además de otras aventuras. Sin embargo, lo peor es el dolor de Don Quijote con los moretones, las heridas y los dientes perdidos. Y es increíble que Don Quijote, a pesar de encontrarse con tantos obstáculos y episodios de humillación, todavía mantenga su fe en su misión:

“‘Sábete, Sancho, que «no es un hombre más que otro, si no hace más que otro». Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho mal, el bien está ya cerca.”’ (Cervantes 148)

Otra vez evoca mi simpatía para él y también la esperanza que él triunfe en otra aventura futura. Pero, con la violencia y la humillación de nuestros héroes también ellos nos dan varios momentos de gracia y comedia. Por ejemplo, la pelea en la venta me hizo reír (aunque el cuadrillero piensa que Don Quijote esté muerto por causa del daño físico que sufrió) con la descripción de los personajes agitándose en la oscuridad. Sin embargo, los otros episodios de la violencia usualmente terminan tristemente, aunque los resultados no reducen el optimismo de Don Quijote.

 

4. En los capítulos de esta semana, es interesante que, con respecto a la mayoría de la segunda mitad de los capítulos, Don Quijote no desempeñe un papel activo en la trama. Claro que él es la fuerza que impulsa el flujo de la obra – adónde viajan los personajes, quiénes “son”, etc. – pero, en la resolución de los problemas de los personajes, él no está. Cuando llegan todos a la venta, Don Quijote va a un aposento para dormir mientras los otros personajes se quedan para cenar y hablar. El cura y el ventero discuten sobre las novelas caballerescas en la maletilla, se lee el cuento de Anselmo y Lotario (lo que, a mí, es raro el papel de esta inclusión de un cuento largo en medio de la trama) y se resuelve el conflicto entre Cardenio, Luscinda, Fernando y Dorotea. Parece que hayan dos niveles de conflicto además de dos niveles de acción: el mundo en el que vive Don Quijote con su “locura” y el mundo verdadero con los problemas del amor, traición, etc. Es casi como una “interrupción” en la trama “normal” de Don Quijote para apartarnos de la historia de Don Quijote para considerar las situaciones de los otros personajes en el mundo verdadero. Aunque tengo satisfacción con la resolución del conflicto de los amantes, ahora estoy lista para ver lo que pasará con Don Quijote otra vez.

 

5. Lo que me interesa en estos capítulos es el “fin feliz” que tienen todos. Es increíble que todos los personajes y sus amantes/personas que les profesan su amor se reúnan en la misma venta casi al mismo tiempo. Por ejemplo, conocimos al oidor y su hija doña Clara y, de repente, descubrimos que es el hermano del cautivo que acaba de llegar a la venta. Y, en la próxima página, llega don Luis, el hombre que ama a doña Clara. Es casi como todos los personajes se amontonan de repente en un lugar y sus fines resultan felices; me recuerda mucho, en parte, a la obra El sí de las niñas con una serie de sucesos interconectados que resulta en un fin feliz para todos y la reunión de los amantes correctos. Pensaba que Cervantes originalmente quisiera burlarse de los “fines felices” y los cuentos “típicos” del amor, y tal vez él lo esté haciendo aquí. Pero al fin y al cabo, me alegro de que todo con los personajes de la venta termine bien.

Tenía problemas con entender los capítulos XLVII y XLVIII con el discurso del canónigo y su discusión con el cura. Tuve que leerlos varias veces antes de entenderlos. Tal vez las discusiones del canónigos y del cura sean unos comentarios por Cervantes mismo  de la literatura y del teatro, pero es una especulación.

Me gustaba mucha esta primera parte de Don Quijote. No sabía nada de la trama de la obra después de la aventura con los molinos de viento; entonces la mayoría de la obra era una sorpresa. Lo que me encanta de la obra es que tiene un principio y un fin, y lo que pasa entre ellos no se puede rastrear en una línea recta; el hilo que corre por la trama va por todas partes. Casi no puedo imaginar lo que va a pasar en la segunda parte.

 

6. Creo que lo que he leído, lentamente, del segundo parte de Don Quijote es muy interesante. No sé lo que vaya a pasar en este parte o lo que Cervantes pueda “mejorar” en este volumen porque, como hemos aprendido, el primer volumen es una novela entera; Cervantes no tenía la intención de escribir una continuación. Mi curiosidad se ha despertado para ver lo que pueda pasar a Don Quijote ahora.

Me gusta que Don Quijote todavía sea Don Quijote; es decir, no había un “recuperación” ni una recaída. Don Quijote todavía tiene su determinación y deseo de ser un caballero andante. Pero lo que a mí me fascina más que nada es el uso de la metaficción. Se añade otro nivel a la “confusión” entre la historia y la ficción en lo que Don Quijote y Sancho saben que son “personajes” en su propia historia (la historia de sus aventuras en el primer volumen). Además, da otra dimensión al papel de Cervantes como el “autor” porque Don Quijote y Sancho reconocen al Cide Hamete Benengeli como el autor de su historia (o “Berenjena”, como piensa Sancho); como dijo Sancho, “…me dijo que andaba ya en libros la historia de vuestra merced con nombre Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha…” (Cervantes 494). Tengo una confusión en separar los niveles interconectados de la metaficción, pero me gusta el desafío y este “arte” de superposición.  Sé que Don Quijote va a conocer a uno de los personajes de la obra de Avellaneda; ¡pues es otro nivel!

 

7. En estos capítulos, lo que me llama la atención hasta el principio es la confusión entre la locura y la cordura otra vez como un tema. Claro que Don Quijote es loco por un lado (¿quién otro podría intentar a empezar una batalla con un león?), pero, por otro lado, tiene sus momentos de cordura también como dice el hijo de Don Diego: ‘“Él [Don Quijote] es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos”’ (Cervantes 594). Y lo interesante es que los otros personajes empiezan a cuestionarlo también, esta mezcla de locura y cordura, como Don Diego mismo: ‘“…le he visto hacer cosas del mayor loco del mundo, y decir razones tan discretas que borran y deshacen sus hechos…Aunque, para decir verdad, antes le tengo por loco que por cuerdo”’ (Cervantes 592).

Pero también es importante notar que Don Quijote sepa que otros personajes piensan que él es un loco, como en el episodio de león (“‘¿Quién duda, señor don Diego de Miranda, que vuestra merced no me tenga en su opinión por un hombre disparatado y loco?…Pues, con todo esto, quiero que vuestra merced advierta que no soy tan loco ni tan menguado como debo de haberle parecido”’ (Cervantes 589)). Añade otro nivel a la mentalidad de Don Quijote en que, ahora para mí, hay un sentido de duda a la locura entera de Don Quijote porque él tiene un “autoconocimiento” de sí mismo. Mejor dicho, él tiene momentos cuando pueda explicar su “locura” o sus acciones locas.

 

8. Creo que en estos capítulos la “fortuna”, por falta de mejor palabra, cambia para Sancho, como la actitud de respeto de don Quijote cambia hacia él. Por ejemplo, en el capítulo XXVII, cuando don Quijote empieza a irse del pueblo de los ciudadanos que “rebuznan”, él espera por Sancho; cuando se compara al episodio con “el manteamiento” de Sancho en el primer volumen, muestra la progresión de la consideración de don Quijote para Sancho, como don Quijote no esperaba por Sancho allá sino continuaba en su camino por un rato antes de darse cuenta del hecho que Sancho no estaba allí con él. También, en el próximo capítulo XXVIII, Sancho se queja libremente de su vida como escudero, y don Quijote sinceramente (a mí me parece) intenta razonar con Sancho en que don Quijote habla de “arreglar cuentas” con Sancho en el futuro con la ínsula como salario. Pero también es obvio que don Quijote todavía mantiene su posición de amo con Sancho y desdeña la manera “ingenua” de Sancho. Cuando ellos lleguen al “castillo” del duque y la duquesa, por ejemplo, don Quijote reprende a Sancho y quiere que Sancho no diga nada que pueda ser “vergonzosa”, casi impidiéndole contar su cuento la cena.

La fortuna de Sancho cambia otra vez cuando el duque le “da” una “ínsula” a Sancho. Pero en este momento tengo que ver adónde va este nuevo puesto de “gobernador” en el resto de la obra y cómo siente Sancho del puesto (o como va a cambiar su “fortuna” otra vez).

 

9. Casi como los capítulos de la semana pasada, lo que me fascina en estos capítulos XXXVI-XLV es la transformación de Sancho. Desde su conversación con la duquesa en los capítulos anteriores y su “ganancia” de su ínsula, él ha adoptado una nueva confianza casi en el límite de la arrogancia. Pero, aunque por esta “autoconfianza” él atraviesa los límites entre su clase baja, la clase de don Quijote y la clase del duque, esta actitud no sirve para complacerlo a los otros. Por ejemplo, él habla cuando quiera, a veces interrumpiendo a los otros personajes o hablando cuando otro personaje está siendo dirigido. Cuando la condesa Trifaldi/la Dolorida se introduce, hablando con tantos señales innecesarios de énfasis en su habla, Sancho responde antes de los otros y la imita para hacerse más “alto”: ‘“El Panza,’ antes que otro respondiese, dijo Sancho, ‘aquí está, y el don Quijotísimo asimismo. Y así podréis, dolorísima dueñísima, decir lo que quisieridísimis. Que todos estamos prontos y aparejadísimos a ser vuestros servidorísimos”’ (Cervantes 729). También, como en la instancia de describir a don Quijote su Dulcinea en la primera parte, Sancho miente sobre su vuelo en el caballo Clavileño, diciendo que él se quitó el “pañizuelo” y se entretenía con unas cabras por un rato (aunque él no podía saber que la duquesa supiera que no era verdad).

Claro que el comienzo de su gobernación ilustra físicamente la transformación de Sancho en el “cambio” de su situación/clase social. Pero creo que estos momentos, cuando habla o intenta hacerse más “importante” o inteligente que verdaderamente es, muestran más claramente el cambio interno de Sancho, su opinión de sí mismo y lo que dicen los cervantistas – la diferencia entre la primera parte y la segunda parte de Don Quijote por el intercambio de caracteres entre don Quijote y Sancho Panza (mejor dicho, Sancho se hace más como don Quijote, y viceversa).

 

10. Como ya hemos encontrado en la clase anterior, lo que me fascina es el intercambio del tipo de personaje entre don Quijote y Sancho, con Sancho ahora como la figura cómica y don Quijote como la figura trágica. Don Quijote se hace la figura más trágica con el cambio del tipo de burla que hacen los duques. Antes, los duques crean situaciones en las que don Quijote juega el papel del héroe u observa el flujo de eventos, y Sancho todavía sentía la vergüenza y “dolor” físico de las situaciones como el “manteamiento” en la primera parte de Don Quijote. Pero ahora, la burla de la creación de otro “mundo” o situación en la que se hace el héroe es para Sancho y no para don Quijote, como ahora las burlas en don Quijote son más violentas (ej. los episodios con los gatos y con los “fantasmas”); Sancho, como gobernador, es el “héroe” nuevo, y, entonces, toma el papel mayor de la figura cómica.

Creo que este énfasis en la figura cómica es importante porque creo que la obra de Don Quijote, en total, fue escrita para ser una obra cómica y menos una tragedia u obra dramática. Aunque claro que el protagonista de la obra es don Quijote, el enfoque cambia a Sancho en la segunda parte, con su nueva confianza, sus charlas con la duquesa, la adquisición de su gobierno, lo que él hace allí, etcétera, para mantener el sentido/tono cómico de la obra. No sé lo que Cervantes estuviera pensado en escribir esta segunda parte o en construir la trama con tanto énfasis en Sancho, pero crea un dinámico interesante y equilibrio, casi como mostrando la perfección en emparejar don Quijote y Sancho como caballero andante y escudero y, por fin, amigos.

 

11. En estos capítulos, a mí me interesa el episodio con Claudia Jerónima. Por toda la obra, los cuentos del “amor” entre varios personajes duran unos capítulos o tienen un énfasis más marcado en la obra. Apenas conocemos a Claudia Jerónima y aprendimos su historia con don Vicente, y de repente don Vicente está muerto y ella está yendo a un convento. No estoy segura que yo entienda la función de este episodio en la obra como don Quijote no juega un papel grande, aunque el ofrece a ayudar en vez de don Roque. Tal vez sea una apertura a la historia breve de don Roque en las páginas que siguen, o sea otro ejemplo del feminismo en el texto. Pero es otro ejemplo, también, del travestismo en que ella se viste como hombre para perseguir a don Vicente y matarlo. Ella decide independientemente a hacer justicia por mano propia y encontrar a su esposo en una manera semejante a la que tomó Dorotea en la primera parte (pero con la diferencia clave que ella no mató a su esposo sino rogarle a volver); entonces, se puede decir que este episodio sirve como complemento al cuento de Dorotea con fines que contrasten. Pues, entonces, supongo que lo que me interese es la brevedad de la historia, como un parpadeo en la trama, pero la impresión que me queda del carácter de Claudia Jerónima – fuerte e independiente – quizás sea más importante en que Cervantes esté haciendo un guiño al tema del feminismo, como en el episodio de Marcela en la primera parte cuando ella aparece, expresa sin temor su mente y se va en pocas páginas.

 

12. ¡Y lo he terminado por fin! Pero el fin de la obra terminó más tristemente que originalmente había imaginado. Aunque yo sabía que don Quijote iba a morir, no pensaba que don Quijote fuera a “renunciar” su título de caballero andante. Es decir, don Quijote admite que todas sus aventuras, incluso su personaje que él creó, eran casi como equivocaciones, los resultados de su “locura”. Pide el perdón de todos, específicamente Sancho, y parece que muere en vergüenza, arrepintiéndose todo; últimamente, don Quijote muere trágicamente y no como un héroe. Reconoce, por primera vez, que “fuera” loco y admite su identidad verdadera: ‘“Yo fui loco, y ya soy cuerdo. Fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno”’ (Cervantes 942).

Aunque entiendo que Cervantes tenía que escribir este fin con la muerte de don Quijote para prevenir otro libro del mismo estilo de Avellaneda, parece que el tono del fin no corresponde con el resto de la obra. Pero tal vez siga la trayectoria de don Quijote como figura trágica después del episodio con Clavileño, con un fin apropiado y triste con el “vuelto” de la cordura de don Quijote. Pero ahora parece que el resto de la obra se hace una mentira. También creo que los otros personajes – los amigos particularmente – se arrepienten el cambio en la actitud de don Quijote. Por ejemplo, hasta el fin, Sansón está diciendo a don Quijote que ellos todavía van a ser pastores, llamándolo “don Quijote” aunque don Quijote acaba de decir que es Alonso Quijano. Y cuando don Quijote declara cuerdamente mientras está dictando su testamento que es Alonso Quijano, todos se echan a llorar más amargamente por tristeza (Cervantes 940).

Al fin y al cabo, verdaderamente disfrutaba leer Don Quijote por este semestre. Y ahora que ya hemos terminado, todavía estoy tratando de decidir en la moraleja. En otras palabras, no sé exactamente lo que yo debo aprender de la historia, como don Quijote confiesa que todas sus aventuras fueron para nada y deja el personaje que hemos admirado por toda la obra. Pues yo voy a reflejar en la comedia de la historia y tomar los momentos graves individuos como lecturas.